MEXICANOS DESPUÉS DE SANDY: REINICIAR LA VIDA

27/11/2012 - 12:00 am

El huracán le arrancó las pertenencias a miles de migrantes mexicanos en Nueva York, entre ellos a los Martínez. Pese a todo, no regresarán a México. Ven la desgracia como otra mudanza. Esta es su historia

Fotos: Notimex.

NUEVA YORK.- La señora Hortensia Martínez, originaria de la Ciudad de México, salvó su vida, pero sus pertenencias y las de su familia no corrieron la misma suerte.

Al volver a su hogar, los Martínez no sólo lo encontraron destruido, sino que se enteraron que algunos de sus vecinos habían muerto. Vivían en Staten Island, uno de los cinco condados de Nueva York y el más afectado por el huracán Sandy.

Este condado es conocido por su amplia diversidad étnica. Los Martínez rentaban una casa de dos habitaciones, sala, comedor y baño. Un hogar muy acogedor, describe ella. Su casa estaba localizada en la calle de Moreland, una de las más afectadas. Rentaban esta propiedad y pagaban mil 100 dólares mensuales, sin incluir servicios.

Llevaban poco más de dos años viviendo en esa casa y les tomó tiempo adaptarse al vecindario, pero poco a poco lo lograron. La relación con sus vecinos era bastante buena. Vivían en la diversidad: en las casas colindantes había personas de Irlanda, Líbano, Guatemala, Rusia, Polonia y paisanos mexicanos.

Muchas personas no estaban muy preocupadas por el paso del huracán Sandy, pues un año antes habían extremado precauciones y estaban listos para recibir a Irene. Las noticias y servidores públicos hicieron hincapié en que algo terrible se acercaba. Sin embargo, Irene llegó sin fuerza y toda la preparación fue en vano.

La familia Martínez pensó que pasaría lo mismo con Sandy, y dudaron en dejar su hogar, pero una corazonada de Hortensia y lo que estaban escuchando en las noticias, hicieron que decidiera refugiarse en casa de su cuñado. Estuvieron siguiendo las noticias muy de cerca, al día siguiente después del paso de Sandy, decidieron ir a su casa.

Hortensia volvía con la idea de que su hogar no había sufrido daños y que esa misma noche podrían regresar a la normalidad. Al acercarse a su vecindario, lo primero que vio fue muchas patrullas, ambulancias y bomberos. En ese momento ella sabía que algo no estaba bien, al bajar del auto y acercarse caminando, la policía le impidió el paso.

La calle en la que sus hijos salían por las tardes a jugar, se había convertido en una verdadera zona de desastre. Lo único que veían los Martínez era caos y destrucción. Hortensia volteó a ver a Israel y le dijo: “Se perdió lo material, pero gracias a Dios estamos vivos”.

En tan sólo unas horas Sandy le destruyó la vida a miles de familias, entre ellas a los Martínez. Muchas personas no tomaron las precauciones necesarias, hicieron caso omiso a las instrucciones y recomendaciones entre las cuales estaba guardar documentos importantes y mantenerlos en un lugar seguro. Afortunadamente, Hortensia prefirió prevenir que lamentar. Guardó actas de nacimiento, pasaportes y documentos oficiales, los cuales se llevó a casa de su cuñado. Pero perdió otras cosas valiosas. Entre los objetos de valor sentimental que le arrancó Sandy están la foto del 25 aniversario de bodas de sus padres, álbumes fotográficos familiares, los aretes que había usado en su boda y su anillo de graduación. Todo esto lo había traído de México.

Irónicamente pensó que en su casa de Staten Island, estos objetos que representaban tanto para ella, estarían a salvo. Ahora trata de ver el lado positivo y dice que afortunadamente su anillo de bodas sí se quedó en su lugar.

Eran muchas las emociones que la familia Martínez atravesó al ver su hogar destruido; Israel y Hortensia contrajeron matrimonio en 1998. Como pareja se han enfrentado a muchos retos y como todo matrimonio han tenido sus altibajos; sin embargo, Sandy es lo más difícil que han vivido. Parada frente al que era su hogar, Hortensia volteó a ver a Ismael y le dijo: “Esto no me va a detener y no tengo tiempo de ponerme a llorar”.

Los Martínez entraron a la casa, comenzaron a limpiar y rescatar lo que podían de los escombros. Varios de sus vecinos se acercaron a ayudar, y recuerda que uno de ellos, que es su paisano, la abrazó.

LA VIDA HA CAMBIADO

Hortensia y su esposo Israel, tienen tres hijos, Adair Martínez de 13 años, Jared de 11 y Frida de 10. Ellos se encuentran cursando el equivalente a segundo de secundaria, sexto y quinto de primaria, respectivamente. Los Martínez creen que la educación es la clave del éxito, para ellos es muy importante que sus tres hijos no sólo asistan a la escuela, sino que la aprovechen al máximo. Sin embargo, saben que va a ser muy difícil para ellos reponerse académicamente. Perdieron libros, cuadernos con apuntes, útiles escolares y sus computadoras personales. Sus tres hijos acudían a las escuelas asignadas por el estado de acuerdo a su domicilio. Sin embargo, la escuela donde asistían los dos mayores, no está operando y han tenido que ser reasignados a una nueva. Actualmente la familia Martínez está viviendo en casa de unos amigos, lo cual ha cambiado drásticamente el recorrido de sus hijos a la escuela. Lo que antes era una caminata con amigos al colegio, se ha convertido en un viaje de aproximadamente una hora en transporte público.

¿QUÉ HACER AHORA?

Después de que Sandy les robó lo que con mucho esfuerzo y años de trabajo habían logrado, una de las preguntas más recurrentes que escuchaban de familia y amigos era: ¿Se van a regresar a México?

Hortensia quiere mucho a su país, pero ella sabe que las oportunidades para ellos como matrimonio y para sus hijos están en el norte. Sus hijos están recibiendo una educación bilingüe y ya están adaptados al sistema educativo de Estados Unidos; para ellos sería muy difícil adaptarse a otro sistema en estos momentos. Hortensia fue muy firme al decir “en ningún momento pensamos en regresar a México”. Se van a quedar en el llamado “país de las oportunidades”.

SIN MARCHA ATRÁS

Marcos Peñaranda, originario de Ecuador, quien es vecino y amigo de la familia Martínez, llegó a su casa y se encontró que todas sus pertenencias -el trabajo de toda una vida en Estados Unidos- estaban destruidas.

Él no quería salir de su hogar; sin embargo, su madre, quien radica en su natal Ecuador, le llamó por teléfono y le pidió que se fuera a quedar con su hermana. Afortunadamente escuchó los consejos de su madre y las pérdidas que el sufrió únicamente son materiales.

Al preguntarle a Marcos cómo se sentía, con los ojos cristalinos respondió: “Me siento destrozado, sinceramente, tú sabes el esfuerzo de tantos años, nuestras cositas, todo lo que tenemos, uno a veces ahorra, ahorra, ahorra para comprar y en cuestión de segundos se acabó todo; uno se siente destrozado”.

Dicen que después de la tormenta viene la calma, pero para Hortensia ha sido todo lo contrario. Ella trabaja como líder comunitaria en “el centro del inmigrante”. Esta asociación sin fines de lucro está ayudando a las personas que fueron victimas de Sandy. La asistencia que ofrece es diversa. En las primeras horas del desastre, llevaron alimentos enlatados, vestimenta y agua. La asociación también está brindando asesoría legal para las personas con problemas para recuperar los depósitos de las viviendas que rentaban y están ayudando a las personas a llenar las solicitudes para aplicar a los beneficios tanto del gobierno norteamericano como del mexicano.

Desde el día de la tragedia, Hortensia no ha tenido muchos días de descanso; ella misma, que es damnificada, ha ayudado a 600 personas a llenar las solicitudes para recibir ayuda por parte del consulado mexicano.

También está proporcionando la información necesaria para solicitar ayuda a la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés).

Hortensia ha escuchado en las noticias que muchas personas no han recibido apoyo; sin embargo, ella llamó a FEMA y a los 10 días, como le habían indicado, recibió un cheque, también se acercó al consulado mexicano y ya le otorgaron un apoyo económico.

ANTE SANDY, LOS JORNALEROS

Los jornaleros están haciendo la diferencia.

Es muy difícil verle el lado positivo a un desastre como Sandy; sin embargo, la unidad mostrada por algunas comunidades y la ayuda que están brindando los llamados jornaleros ha sido clave. Afuera de un U-Haul (compañía de renta de camiones tipo tráiler) se encontraban aproximadamente 10 jornaleros en el Bronx, uno de los condados menos afectados por Sandy. Eran aproximadamente las cinco de la tarde y varios de ellos ya se disponían a irse a casa. Algunos decepcionados porque no habían trabajado lo suficiente y otros con la esperanza de que las cosas podían mejorar. En la esquina de enfrente se escuchó un fuerte silbido. Bernard, originario de México y de aproximadamente unos 52 años, corrió con todas sus fuerzas a ver de qué se trataba ese silbido. Minutos después regresó con una sonrisa de oreja a oreja. Lo único que dijo fue: “Necesitan a cinco para ir a Coney Island; el trabajo es de siete a siete y pagan 180 pesos”.

Muchos levantaron la mano, Robert escogió a cinco y les explicó que tendrían que ir a recoger escombros a Coney Island, el cual está localizado en el condado de Queens y por su cercanía al mar, también había sido seriamente golpeado por Sandy.

Entre risas y alegría, Marvin Melody, otro jornalero, sabe que el trabajo pesado de reconstrucción va a ser hecho por ellos “ya parece que la gente blanca y los americanos van a hacer esa clase de trabajo duro, claro que nosotros hacemos el trabajo, siempre que pasa algo dicen: vamos a buscar a un hispano o a una persona de color para que ellos hagan el trabajo duro”.

Algunos de ellos comenta que la situación ha estado muy difícil últimamente, pero que tienen emociones encontradas en estos momentos. Por un lado saben que su ayuda va a ser necesaria, pero por el otro, están conscientes que por su situación ilegal en el país, no van a obtener un trabajo con pago justo y con los beneficios que la ley otorga.

En Staten Island, un grupo de jornaleros, coordinado por David Suárez, decidió que querían hacer una diferencia en la comunidad, y ayudar a los más necesitados; sin embargo, ellos no estaban buscando obtener un beneficio económico a cambio de su trabajo. David comenzó a organizarlos, él ha logrado formar un grupo de entre 30 y 40 jornaleros. Muchos de ellos llegan de condados como Brooklyn y Manhattan. Su ayuda es pues sus conocimientos generales sobre construcción y electricidad son necesarios en estos momentos.

¿DÓNDE VAMOS A VIVIR?

Hay un grave problema con las viviendas que se inundaron en Staten Island. A pesar de que en su mayoría ya están secas, no todas están en condiciones habitables. El daño a las viviendas está siendo evaluado por la autoridad de la ciudad y se están utilizando tres colores para determinar el estado de la vivienda. El rojo indica que la casa no es habitable, el amarillo es señal de que es habitable pero necesita ser reconstruida y el verde es para las viviendas que pueden ser habitadas.

La mayoría de las banquetas en Staten Island están convertidas en tiraderos de basura y escombros; sin embargo, algunas banquetas están siendo usadas por voluntarios para repartir ropa, alimentos y bebida a quienes resultaron seriamente afectados por este desastre natural. Algunas iglesias están ofreciendo refugio a las personas que no tienen un lugar para pasar la noche. Son cientos de voluntarios los que están recorriendo las calles y ayudando con lo que puedan.

Las redes sociales han sido claves para los voluntarios, y es que a través de un grupo en Facebook es como cientos de jóvenes se enteraron que se necesitaba ayuda. Por su parte, equipos enteros de futbol americano infantil, cambiaron el ovoide y las señales de sus entrenadores, por un carrito de supermercado, con emparedados y aguas. Vestidos con sus uniformes de juego, recorren las calles ofreciendo alimento y bebida a los voluntarios. La Cruz Roja está suministrando a los damnificados cobijas, ropa y alimento. El Ejército ha arribado al área, cargado de productos básicos y equipo para comenzar la reconstrucción. El proceso no ha sido tan rápido y ágil como muchos quisieran; sin embargo, a diferencia de Katrina, ahora la atención está puesta sobre las víctimas de Sandy. Algunas personas como Claudio Monje piensan que este desastre natural jugó un papel clave en la reelección de Barack Obama, quien se mostró firme y decidió dejar su campaña presidencial para atender este grave problema, “yo creo que este grave problema y desastre natural lo favoreció mucho, actuó como un verdadero líder y muchas personas en ese momento se dieron cuenta que él debía quedarse al frente del país”.

La escasez de gasolina en esta área es bastante grave, muchas personas pasan en promedio dos horas para cargar gasolina en sus autos o tanques portátiles. La mayoría de las ferreterías se ha quedado sin tanques portátiles y las que aún tienen, están cobrando hasta 50 dólares por un envase de plástico, que normalmente cuesta seis.

Pocos creen que va a ser fácil regresar a la normalidad. Hortensia asume que le va a tomar varios meses hacerlo. Ella trata de ver las cosas con filosofía y dice: “Estamos viendo esto como una mudanza y un nuevo comienzo”.

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